El negocio de la libertad

La hemiplejia izquierdista en ocasiones alcanza cotas tan asombrosas que le dejan a uno ojiplático. Como muchos de mis (escasos pero inmerecidos) lectores conocerán, Canal Plus emitió en uno de sus programas un corto de Javier Krahe de hace 27 años titulado "Receta de Cristo para dos personas". Confieso que la iconoclastia es una de mis perversiones favoritas, pero es perfectamente comprensible que haya a quien le moleste mucho, y más cuando este cortometraje se emite en abierto a las tres de la tarde.

Para mí, no cabe duda de que Canal Plus, o quien sea, está en su perfecto derecho de emitir un cortometraje satírico burlándose de lo que sea. Ya lo hacen series como Southpark o Los Simpsons. Otra cosa es muy distinta es que, evidentemente, haya a quien no le guste, pero la solución es muy sencilla. No ver Canal Plus jamás. La libertad de expresión de cada cual consiste en eso mismo. La Siñériz y el otro ya han pedido perdón, lo cual no se si les honra o no, pero supongo que no han querido quedar como cristófobos. O que, como dice Ussía, es cosa de que a Polanko se ha sentado mal. A saber.

Estoy de acuerdo en que no debe ser delito la ofensa a unas creencias. Ni la quema de banderas. Amo a España como el que más, pero no creo que quemar la rojigualda deba ser delito. Ni cocinar a un Cristo. Ni ningún delito relacionado con la libre expresión de las ideas, siempre y cuando éstas no inciten al odio o a la violencia. No estoy de acuerdo con que la opinión de la Iglesia sobre la homosexualidad incite a nada, por otra parte.

Lo que me sorprende de la progresía es que, no sólo no se rasgan las vestiduras sino que defienden a Krahe y a su cortometraje. Sí, la misma progresía que pone el grito en el cielo cuando alguien osa decir que dos y dos son cuatro en lo referido al Islam. Que en los países islámicos la democracia es una quimera, el terrorismo de Estado una constante y los derechos humanos papel higiénico. Que la civilización occidental, con todos y cada uno de sus infinitos errores, es inmensamente superior en todos los aspectos a la islámica. La progresía que niega todo esto y que tacha de racista, etnocentrista, o abducido por el Bushismo a cualquiera que profiera en voz alta semejantes exhabruptos, cuando se trata de burlarse de la Iglesia Católica (la única que en nuestro país no merece su respeto), no sólo no calla sino que además anima. Cocinen a Mahoma. Cuezan a Alá. Cáguense en el Corán. A ver cuantos de estos les alababan el ingenio.