4.10.04

 

Liberalismo y riqueza

Me reprocha el nunca suficientemente alabado Ernesto de la Serna (creo que esta hipérbole ya la usé, debería echarle más imaginación al asunto) que nunca he esbozado un análisis medianamente serio sobre la relación entre liberalismo y riqueza, o, mejor dicho, como la aplicación de un programa liberal en países del tercer mundo podría sacarles de la pobreza.

El liberalismo está basado, como todo el mundo sabe (o no) en el predominio de la libertad individual frente al Estado. Nace de la desconfianza ante el poder y de la creencia (nacida de la constatación empírica) de que la libertad humana es el principal generador de riqueza. Del liberalismo político (libertad de asociación, de reunión, de expresión, de culto, de opinión...) nace el liberalismo económico, que también se basa en la no interferencia del Estado en las relaciones económicas de los ciudadanos, en la propiedad privada y en la libertad de comercio. Hasta aquí el cursillo de liberalismo para dummies. Puede parecer que no, pero aún nos llaman fascistas, pese a que todas y cada una de las ideas que acabo de expresar se contradicen frontalmente con la ideología de Benito Mussolini.

A lo que iba. Si señalamos en un mapamundi que no sea de Bilbao las naciones más pobres y subdesarrolladas, es fácil constatar ciertas cosas. Todas ellas están, o bien en guerra, o bien bajo un régimen colectivista, o soportando una dictadura islámica, o todo a la vez. Sudán, China, Corea del Norte, Irán, Haití, etcétera. Las naciones más ricas son, asimismo, las que están gobernadas mediante un sistema democrático, y cuanto más democrático, generalmente más ricas son. Suiza, EE.UU., Gran Bretaña, Irlanda, Japón, Australia, y, últimamente, España (aunque eso no tardará en dejar de ser así) sirvan como ejemplos.

El liberalismo económico va unido intrínsecamente al liberalismo político. Es imposible que exista lo primero sin lo segundo. Por una sencilla razón. Una dictadura siempre será un Estado poderoso (al menos con sus súbditos), y, por eso mismo, impedirá la existencia de auténtica libertad económica, entrometiéndose en las relaciones de los ciudadanos. En otras palabras, no puede haber libertad económica sin libertad de prensa o sin libertad de asociación. De ahí que, antes que nada, en los países del tercer mundo deben existir democracias medio decentes que funcionen sin demasiadas trabas. Y ahí es donde debe entrar occidente a ayudar. No dando alegremente miles de millones de euros a sátrapas comunistas o a los enviados de Alá en la Tierra.

España, tras la Guerra Civil de 1936-39, era, sencillamente, un solar. Los muertos por hambre en los años posteriores al final de la contienda se contaron por varios miles, lo que implica varios cientos de miles de personas desnutridas y pasando hambre. Como es sabido, durante los primeros años del franquismo, sobre todo después de acabada la II Guerra Mundial, España se sometió a un régimen de autarquía, básicamente porque no podía hacer otra cosa, ya que estaban las fronteras cerradas. Fue la época de la carne argentina y todo aquello. Después llegó el aperturismo, la visita de Eisenhower, y la desaparición de la autarquía. Además de una liberalización de la economía. Y con ella, el desarrollismo. Se pasó de la alpargata al 600 en poco más de década y media. Y no fue por la existencia de un Estado todopoderoso, ni mucho menos, sino precisamente por la aparición de la libertad de comercio. El desarrollo hubiera sido mucho mayor de no haber existido monopolios estatales en sectores estratégicos de la economía (anda, justo lo que defienden las izquierdas). Y aún mayor de no haber existido la censura y la imposibilidad de la discrepancia política. Véase el caso alemán o el japonés. Se podrá traer a colación el Plan Marshall, pero sin una gestión decente de ese dinero habría sido imposible el desarrollo. Y esa gestión decente es imposible sin la existencia de medios de comunicación libres y sin la posibilidad de elegir a otro mejor para ese trabajo. Basta con fijarse en el caso cubano.

Cuba recibió durante décadas miles de millones de dólares al año de la Unión Soviética. Todo ese dinero no sólo no ha servido para enriquecer al pueblo cubano, sino que además Cuba está ahora en el pelotón de cola de Hispanoamérica, cuando en 1959 estaba a la cabeza del desarrollo en América Latina. ¿Culpa del (inexistente) bloqueo americano? No, culpa del sistema comunista.

El caso es que, como ya he dicho antes, la recuperación económica de los países del Tercer Mundo pasa por el establecimiento de regímenes democráticos no sometidos al poder de las mafias (como en Rusia o Brasil), con Estados fuertes en aquello en lo que deben serlo (por ejemplo, en la Justicia) y con separación de poderes, aunque Guerra quisiera enterrar a Montesquieu. Sin eso, es imposible, o casi, que salgan del horror del hambre. A partir de ahí, es mucho más sencillo todo. Dejen a los pobres que trabajen. Verán que bien lo hacen. Al fin y al cabo es exáctamente lo que quieren.

Se pregunta la progresía, a veces "de qué le sirve a un pueblo la democracia si no tiene qué comer". La pregunta correcta es la contraria. ¿De qué le sirve no tener democracia? La falta de democracia, normalmente, garantiza que se siga sin tener nada que llevarse a la boca.

Otro día me enrollo un poco con lo de los aranceles, las subvenciones a la agricultura en Europa y EE.UU. y demás. Que también tienen su parte de culpa. Pero de esto José Bové y los cretinos de Le Monde Diplomatique no hablan.

Comments:
Felicidades Diego! Realmente una exposición muy ilustrativa de lo que significa el liberalismo. la verdad, creo que muchos aprenderían más leyendo tu artículo que estudiando en muchas Universidades. Estupendo.
 
Recuerda firmar los comentarios, que si no no se a quien tengo que pagarle :D
 
Y voy y escribo como anónimo...
 
Saludos Diego,

Buen artículo, en línea con algunas cosas que yo mismo he escrito en algún momento. Ya que vas hacia los aranceles, me permito la "inmodestia" de recomendarte El caso contra el proteccionismo y así te ahorras un poco de escribir o das tus comentarios que también serían bienvenidos.

Saludos de nuevo
 
Por alusiones. Primero de todo, gracias por la nota, muy ilustrativa y, como es habitual en ti, bien escrita y documentada. Aunque, como siempre, detrás de los datos objetivos hay un alto componente de subjetividad, y la verdad es que hay algunas afirmaciones con las que no estoy de acuerdo, o mejor dicho, creo que se deben matizar mucho.

De todos modos, por no hablar en el aire, déjame que me documente y en unos días inserto un comentario detallado.

Ah, y gracias por la hipérbole. No por reiterada deja de sonar agradable, especialmente cuando viene de un "enemigo" político. Saludos.
 
¿Cómo? ¿Todo un intelectual de izquierdas rebajándose a discutir con meros liberales los asuntillos de la globalización? ¡Caray! ;)

Me parece muy bien, Ernesto. Que sepas que estoy afilando los argumentos para el debate.

Por cierto Diego, enhorabuena por el artículo. A veces me siento un poco solo tratando estos temas.

Un saludo.
 
He cometido un error, el enalce correcto es este.

Saludos
 
José Carlos, Ernesto no sólo se apunta a debatir con sucios liberales como yo sino que además lo hace en campo contrario, lo cual le añade mérito. De ahí mis hipérboles, justas y merecidas ;)
 
Gracias por el enlace, Larry, muy bueno.
 
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