25.11.05

 

Hablar español, cosa de pobres

Para celebrar mi marcha a Cataluña e ir acostumbrándome a lo que me espera, me he permitido traducir un artículo de Salvador Sostres que publicó el Avui en abril de este año, y que ha sacado a la luz Ferblog. Perdón por los seguros errores:

LIRIO ENTRE CARDOS

Hablar español es de pobres

Salvador Sostres

En Barcelona queda muy hortera hablar español, yo sólo lo hablo con la criada y con algunos empleados. Es de pobres y de horteras, de analfabetos y de gente de poco nivel hablar un idioma que hace ese ruido tan espantoso para pronunciar la jota. Los que no hablan catalán a menudo tampoco saben inglés, ni francés, ni quién es monsieur Paccaud. Pero no sólo en Cataluña el español es un síntoma de clase baja. El amigo Riera me facilita estos datos de la ONU del 2002. Renta per cápita de Noruega, 36.600 dólares; Dinamarca, 30.940; Islandia, 29.750. Tres países riquísimos, con economías internacionalizadas y lenguas más pequeñas que la nuestra, pero que las hablan sin complejos. Contra la absurda creencia de que el catalán nos cierra puertas, estos datos son bastante elcocuentes sobre si sirve o no sirve una lengua minoritaria. En cambio, el maravilloso mundo hispánico la pobreza es el único dato. La media de los 13 principales países americanos que tienen el español como lengua, desde Argentina, CHile y México hasta Nicaragua, Honduras y Ecuador, es de 6.209 escacharrados dólares de renta per cápita. Cataluña hablando catalán y pese al expolio discal infligido por una España que no tiene ni la decencia de publicar las cifras del latrocinio, tiene una renta de 26.420 dólares. Tenemos que escoger modelo. Noruega o sumarnos a la caravana de la miseria. No hay más que ver como las zonas más ricas del Estado tienen otra lengua propia: y es evidente que el Estado lo mantenemos, pagando cada vez más, los que no hablamos en tercermundista. Es verdad que en español se han escrito páginas de una belleza emocionante, pero el destino de los países que lo hablan ha sido históricamente de una fatalidad irrevocable. Hablar español sí que cierra puertas y destinos. El independentismo en Cataluña está absolutamente justificado aunque sólo sea para huir de la caspa y del polvo, de la tristeza de ser español.

 

La hora del cambio

Como fascista ultraderechista neoliberal cavernario partidario del turbocapitalismo salvaje globalizador despiadado (espero no haberme dejado ninguno de los adjetivos pertinentes, si alguien detecta alguna falta, que avise a la Oficina de Otorgamiento de Calificativos) soy un defensor de la libertad de horarios. Ello me convierte en exterminador de pequeños negocios, verdugo del proletariado empresarial y Satán en persona (encantado) , pero es lo que hay.

Así pues, yo defiendo que los negocios abran y cierran cuando les salga de los bajos fondos. Y a este Negocio mío le ha llegado la hora del cierre. Es un cierre temporal, que en realidad ya venía siendo efectivo desde hace más de un mes (apenas he escrito desde principios de octubre), y del que saldrá un Negocio con la cara lavada, las ideas un poco más claras y su autor en otra ciudad.

Porque la razón última de este cierre temporal no es otra que mi marcha. Me voy a vivir a Barcelona. Ir allí el fin de semana en que el Barcelona desguazó al Real Madrid me supo a poco, así que voy a instalarme allí permanentemente para satisfacer a mi ego masoquista. La noticia política de la semana, por tanto, es que el PP catalán va a duplicar su número de afiliados.

El motivo de esta marcha se llama Patricia, y se autodenomina presidenta y único miembro de mi club de fans. Yo, como fiel seguidor de Hayek, le había propuesto una relación liberal, pero ella mencionó algo de un tambor con mis escrotos, así que la idea ha quedado desechada. Y ya son cinco años poniendo a prueba su paciencia, la mía y el límite de las tarjetas de crédito de Iberia y Alsa, así que ha llegado la hora del cambio. Cambio de trabajo, de ciudad y, como esto siga así, de país.

Como dijo Sorsenaguer, I´ll be back. O, para ir acostumbrándome, tornaré. Y tú, Ernesto, ve enfriando el cava y las cervezas. Y abónate a Digital Plus, hombre, así no tendré que sufrir mi soledad en garitos superpoblados de culés...

18.11.05

 

Top Birra

Ya hace más de un año que comenté aquí mismo lo absurdo de la ley antibotellón. Hoy, en Barcelona, la estupidez de esa ley ha conseguido que nazca un nuevo empleo. Tras el Top Manta y el Top Bolso, llega el Top Birra. A lo largo de Las Ramblas, cada pocos metros, alguien ofrece latas de cerveza frías por un euro. Los guiris no se cortan y las compran de media docena en media docena. Ponerle puertas al campo, en general, no es una buena idea.

17.11.05

 

"Lo de este finde"



Me voy a Barcelona a pasar el fin de semana. Con un par...

 

Sin postre

Félix Bayón

Es necesario que sean los fieles los que financien a la Iglesia. Por las mismas, deberían de ser los sindicalistas los que financien los sindicatos; los militantes, los partidos; los patronos, la patronal; los altruistas, las ONG; los peñistas, las peñas, y los cofrades, las cofradías. Así debería ser. Bastaría con que dejen de financiar estas actividades los que ahora lo hacen: el Gobierno de la nación, los de las comunidades autónomas, las diputaciones y los ayuntamientos. A cambio, los ciudadanos podríamos destinar parte de nuestros impuestos a sufragar lo que nos apetezca: la Iglesia Católica, Greenpeace, IU o el Museo del Prado. Así, el poder se quedaría sin clientela, no podría castigar a nadie dejándole sin postre y seríamos más libres.

Este es el final. Lo anterior, en el Diario de Sevilla.

 

Sobre la financiación de la Iglesia

Del editorial (€) de El Mundo de hoy:

La primera y principal falacia ha consistido en sugerir que la Iglesia recibe del Estado más de 3.000 millones de euros al año, porque el grueso de esa cantidad, 2.500 millones, se destina a la enseñanza concertada. Esto significa que es dinero que el Estado no destina a la Iglesia sino a los padres de, aproximadamente, el 25% de la población española escolarizada. Si la enseñanza concertada desapareciese, el Estado tendría que hacer un esfuerzo presupuestario adicional para atender a esos alumnos, que como mínimo sería el doble: de las cifras del Ministerio de Educación se deduce que el gasto del Estado por alumno es de unos 3.700 euros en la enseñanza pública, y de unos 1.800 en la privada concertada. En todo caso, este debate se clarificaría si, como EL MUNDO ha propuesto en repetidas ocasiones, se introdujese en España el llamado cheque escolar, y el dinero fuese directamente a los padres para que ellos decidieran a qué centro quieren destinarlo.

Asimismo, resulta falaz contabilizar como dinero entregado a la Iglesia el de los profesores de Religión, cuyo sueldo suma algo más de 500 millones, pues la relación contractual de éstos es con el Estado.

Y queda finalmente el dinero que va, en sentido estricto, a la Iglesia. En 2004 la asignación presupuestaria fue de 138 millones de euros, pero más del 75% de esa cantidad responde a lo determinado por los contribuyentes que así lo consignan en su declaración anual de la renta. El resto, 32 millones de euros, fue complementado por el Estado, de acuerdo con lo previsto en los acuerdos firmados con la Iglesia. Esa es por tanto la cantidad aproximada que quedaría sujeta a debate, y que dista mucho de los 3.000 millones que se han barajado estos días con el fin de manipular a la opinión pública.

15.11.05

 

La España que no crispa

Los de Terra Lluire te tirotearon. Fueron crueles al herirte en la pierna. De haber apuntado al corazón, nada te hubiesen lesionado porque careces de él.

Carlos Fanlo en el Gara 20 minutos.

Gracias por el enlace, Isaac.

 

La huelga llorentina

Voy a ponerles en antecedentes, para que sepan qué es viajar en la Llorente. La Empresa Llorente es el único medio medianamente rápido para ir a Moncloa desde Majadahonda y Pozuelo, si se carece de coche. Esta empresa lleva décadas siendo la única en prestar estos servicios, así que la cosa es, o Llorente, o en casita. Y es Llorente. ¿Qué significa Llorente? Llorente significa que uno de cada dos autobuses sale con retraso en las horas punta. Llorente significa que en la inmensa mayoría de los autobuses no se pone jamás el aire acondicionado en verano. Llorente significa autocares pequeños a las ocho de la mañana, autocares que se llenan antes, mucho antes, de llegar a la mitad del recorrido dentro del pueblo. Llorente significa una empresa que no tiene página web donde consultar los horarios, es decir, que hay que consultárselos a la simpática taquillera de Moncloa. Como en el siglo XIX para ir de Barcelona a Mataró, vamos. Llorente significa autobuses en un pésimo estado de conservación, que se averían con una frecuencia inusitada. Llorente significa colas de cien metros de largo dentro del intercambiador de Moncloa, todos los días, para ir a Majadahonda. Llorente significa recorridos inverosímiles, absurdos y absolutamente desprovistos de interés para el público.

Bueno, pues la Llorente está de huelga. Todos los días en las horas punta de mañana y de tarde. A mi las razones, la verdad, e importan poco. Tengan o no razón, están en su derecho. El caso es que yo, cuando suspenden, retrasan o pasan de los servicios mínimos, me quedo incomunicado. ¿Es culpa de los conductores por sinvergüenzas? No ¿Es culpa de la Empresa Llorente por no entrar en razón? No. Es culpa del sistema. Un sistema que impide la competencia está condenado a no servir bien a los usuarios. Con competencia, si los llorentinos hacen huelga, otras empresas darían el servicio que la Llorente no da. Y la empresa tendría que negociar, por narices, con los trabajadores, para poder, cuanto antes, reanudar sus servicios. No es así, por lo que el perjudicado final es el usuario, exactamente igual que en la retahila del anterior párrafo. Mientras el transporte en España siga siendo una concesión estatal, así seguirán las cosas.

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