15.8.05

 

Ernestito el pistolas (II)

Continuando la ardua labor que emprendí, un tanto inconscientemente, ayer por la noche, continúo hoy con el fisking que le estaba haciendo al artículo de Néstor Kohan en Rebelión, réplica a uno de Vargas Llosa hijo sobre Ernestín el fusiles. Recomiendo, por cierto, la atenta lectura de los demás ensayos del autor para hacerse a la idea de la clase de pensador marxista leninista a la que nos enfrentamos. No lo digo como insulto. Lo digo como definición.

Al lío:

La Cuba previa a 1959

Si Júnior patina en la desinformación cuando hace referencia a “los jóvenes” de Argentina, la cuna inicial de Guevara, no menos sucede cuando habla de Cuba, la tierra donde el Che dio lo mejor de sus energías revolucionarias maduras. Resulta grosera, por no decir, escandalosa, la descripción que hace Júnior de la Cuba pre-revolucionaria, la del prostíbulo y la mafia, la del analfabetismo y la monoproducción. Aquel país donde sobraban casinos pero faltaban médicos y maestros. Sin vergüenza ni decoro, la describe sencillamente como “uno de los cuatro países de mayor éxito económico de Latinoamérica desde antes de la dictadura de Batista”. Hasta los gusanillos más encumbrados de Miami reconocen el cambio cualitativo que significó en términos de educación y salud la revolución cubana, de la misma manera que hasta la burguesía más rancia y escuálida de Venezuela no desconoce los notables cambios que el proceso bolivariano y sus misiones han introducido en la vida de las barriadas humildes de Venezuela. Pero Júnior es más papista que el papa... para lograr eco en la “prensa seria”, tiene que lucir como el gusano más radical de los gusanos. Sino, no cobraría su cuota y nadie le abriría sus páginas.

¿No podría haber invertido aunque sea una sola tarde, nada más que una segunda tarde, leyendo los índices económicos y sociales, en salud y educación, antes de 1959 y luego de esa fecha de las instituciones internacionales tradicionalmente reconocidas? ¿Era mucho pedir apelar a las tablas y estadísticas de la UNESCO, de la CEPAL, de la OMS? Sí, parece que era mucho pedir. No hacía falta. ¿A quién le importa la verdad si lo que está en juego —en palabras de Chomsky— es la manufactura industrial del consenso?


Claro que sí. Buena estrategia. Recurre a las cifras, di que ahora se vive mejor que hace cuarenta y cinco años, y confórmate con eso. Céntrate en lo único que puedes centrarte, no hables de libertad, habla de sanidad y educación. No hables de derechos humanos, habla de los prostíbulos y las mafias de entonces, pero no digas nada de los de ahora. No hables de la prostitución infantil, del tráfico de drogas, de la financiación a los tertroristas de las FARC, eso no vende. No hables de la miseria actual, céntrate en la de hace cuarenta y cinco años. No hables, ni loco, de derechos humanos, y como el castrismo, y también el Che, los pisoteó sin miramientos desde el principio. Vende. Al capitalismo malvado se le vence con sus armas. Vende la revolución, como se venden las chapitas del Che en los puestos callejeros.

Sigo. Ojo que viene un trecho largo y con muchas curvas:

¿Un Robespierre tropical?

Después regalarnos una brillante teoría semiológica sobre la imagen del Che, de afirmar falsedades sobre la juventud argentina y de demostrar una ignorancia olímpica sobre los datos socioeconómicas de América Latina, Júnior nos proporciona una aguda reflexión “filosófica” sobre una conocida frase del Che acerca del odio.

Teniendo en mente los horrores de EEUU en Vietnam, el NAPALM y los soldados estadounidenses que arrojaban guerrilleros del Viet Cong vivos desde los helicópteros —método que luego utilizaron sus alumnos argentinos en el Río de la Plata—; los métodos salvajes de Francia en Argelia (con centenares de miles de torturados y mujeres violadas) y el modus operandi de los paracaidistas de Bélgica en el Congo, Ernesto Guevara escribe esta frase: “un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”. Intentando sintetizar sus reflexiones Júnior caracteriza esta frase como una “idea homicida de justicia”.

En este rubro Júnior no inventa nada. Repite y recicla calumnias viejas, con la única ventaja de ser portador de apellido prestigioso y escribir en inglés, la lengua franca (como la llamó Fredric Jameson) del dinero y los monopolios de la (in)comunicación. Únicamente por eso su libelo tiene más suerte y difusión que sus predecesores sudamericanos que publican en español.

Mucho antes que Júnior se lanzara a filosofar sobre el Che Guevara y el odio, en Argentina otros dos eximios pensadores habían aportado elucubraciones de idéntico tenor.

Primero fue José Pablo Feinmann, filósofo mediático supuestamente “progresista”, quien en el artículo “El Che y las Torres Gemelas” [Página 12, Buenos Aires, 8 de octubre de 2002] le llegó a atribuir a Guevara un “fundamentalismo terrorista”, comparándolo sin ningún escrúpulo ni reparo, con Osama Bin Laden. [Véase mi respuesta a Feinmann, que el periódico argentino Pagina 12 se negó a publicar, titulada “El humanismo del Che Guevara” –24/10/2002- en la Cátedra Che Guevara de REBELIÓN].

Antes de ese artículo que adelanta casi textualmente los argumentos de Júnior, el mismo Feinmann había caracterizado al Che como un “implacable jacobino”, “un extremista”, “un Superman con kryptonita en los pulmones”, “un Jesucristo superstar” y hasta “un Principito de la izquierda”, en su lamentable libro de ensayo titulado La sangre derramada [Buenos Aires, editorial Ariel-Planeta, 1998]. En aquel libro, Feinmann remataba su visión “progresista” del Che —que también se expresó en una promocionada obra de teatro— preguntándose, sin rubor en el rostro: “¿Quién puede no pensar que Ernesto Guevara es uno de los grandes responsables [sic] de las masacres de nuestro continente?”.

Al igual que Feinmann, Mario Pacho O’Donnell, otro pensador descollante de estas latitudes (ex ministro de cultura del presidente neoliberal Carlos Saíul Menem) también se le adelantó con los argumentos al promocionado Júnior. En una biografía mercantil, tramposamente titulada Che, la vida por un mundo mejor [Buenos Aires, editorial Sudamericana, 2003] que vendió en supermercados y otros locales de alta cultura decenas de miles de ejemplares, O’Donnell se queja de la influencia de Guevara sobre la izquierda marxista continental, a la que habría conducido “hacia la violencia terrorista”. Allí, apelando a una caricatura del psicoanálisis O’Donnell intenta profundizar en el armado de un Che Guevara salvaje, frío ejecutor, déspota, hombre de acero, fusilador sanguinario y cruzado del medioevo. En suma… un ángel exterminador. A su vez, Feinmann y O’Donnell se apoyan en el ex funcionario estatal mexicano Jorge Castañeda...

Es decir que Júnior se hace eco de toda una cadena previa, donde cada nuevo ensayista o biógrafo que llega, sube la apuesta a ver quien dibuja un Guevara más asesino y perverso. Quienes le pagaron a Júnior por su libelo deberían descontarle un porcentaje porque muchos de sus “argumentos” son prestados de otros autores. Como esta gente tiene el corazón en los números y en los billetes no vendría nada mal que hicieran ese cálculo para que el ensayista no les facture un precio por encima de su valor real.

Y entonces Júnior vuelve a hacer malabarismos con las cifras de los fusilamientos revolucionarios. A medida que pasa el tiempo, los panfletistas a sueldo contra el Che van aumentando las cifras de fusilados... ¿será esa la famosa inflación? Cosa rara en un neoliberal que seguro debe predicar una moneda fuerte y salarios bajos para controlarla... ¿O cada artículo se paga más a medida que aumenta el número de supuestos fusilados por la Revolución Cubana y el Che Guevara?

A la hora de contabilizar los “asesinatos” del Che Guevara... Júnior utiliza como fuente documental, para que nadie dude de su “objetividad” e “imparcialidad” como ensayista, los informes de la embajada estadounidense en Cuba y los del Departamento de Estado norteamericano. Ni siquiera tiene el tino y la mínima cordura de dejar de lado los testimonios de la CIA. ¡No! Júnior hasta apela al testimonio personal de Félix Rodríguez, reconocido asesino profesional de la CIA —que en varios documentales se ha vanagloriado de sus “hazañas” a sueldo de EEUU como el asesinato del Che en Bolivia y sus operaciones de “limpieza” de rebeldes en la selva de El Salvador—.

A Júnior no le falta nada.

Pero, con una mano en el corazón, nos preguntamos: ¿no hay algún amigo cercano de este autor que al menos le aconseje no ser tan bruto en sus escritos? ¿Tenía necesidad de mencionar a la CIA —una institución absolutamente neutral y objetiva, por cierto— como fuente documental? ¿No hay nadie que se acerque al oído de nuestro ensayista y le susurre la necesidad de ser un poquito más sutil? Si no fuera patético y grotesco, daría sencillamente risa.


Sí señor, dándole al tono duro, castigando los costados del rival. Pero ten cuidado, no dejes los flancos descubiertos, que te la pueden endiñar por ahí. Cualquier fascista neoliberal nazi genocida (valga la redundancia) podría replicarte que ahora el elitista lo estás siendo tú, cuando descalificas una obra por el sitio en donde se vende. Cualquier derechoso negador de las bondades de la revolución podría incluso preguntarse donde deben venderse los libros para merecer tu aprobación intelectual y qué clase de personas deben leerlos, que no sean esas marujas de mierda que van a la peluquería, despreciables burguesas.

Pero has estado bien. Seguro que los revolucionarios auténticos habrán pasado por alto que la frase del Che sobre el odio que cita Vargas Llosa (perdón, Júnior) en su artículo es esta:

“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”

y no la que tú transcribes. Has estado bien sobre todo porque has logrado equiparar las tiranías con las democracias, que es lo que todo buen progre amante del terrorismo comunista desea. Los EE.UU. (¡buuuu, genocias, asesinos, ladrones de recursos!) cometieron salvajadas en Viet Nam (ni se te ocurra mencionar lo que pasó cuando se fueron, no vaya a ser que a alguien se le ocurra pensar que mejor que se hubieran quedado) y eso convierte la frase del Che sobre máquinas de matar en plan Terminators en algo, no sólo justificado, sino necesario. Bien traídos, también, los antecedentes del desvarío de Júnior. Humíllale, que nadie crea que sus ideas son originales, que se sepa que hay ¡por lo menos! dos personas que han pensado lo mismo antes que él, no como los comunistas que siempre, siempre, sois originales.

Ah, has estado soberbio con las cifras. Muy buen trabajo. Tú no des ni una. No desmientas nada. No des información. Limítate a descalificar a la fuente que usa él. Llámales asesinos, genocidas, lo que sea, pero desvía la atención de las cifras. Nadie puede creer lo que dicen los Estados Unidos (¡buuuuuu fuera, asesinos, incultos, genocidas, opresores!), no como el diáfano, cristalino, prístino régimen que el Che ayudó a instaurar, el de nuestro bienamado Castro. Descalifícales como descalificas al tal Pacho, llamándole ¡nada menos! que "ministro neoliberal". Así se hacen las cosas. Ad hominem. Sólo un asesino genocida neoliberal podría detenerse a mirar números. Por 179 contrarrevolucionarios que reciban su merecido no se molestaría ningún progresista sincero. Y ningún progresista sincero buscaría en las bibliotecas fuentes que no fueran el nutricio régimen dictatorial democrático de Fidel. Da igual que la firma de Ernesto aparezca en centenares de penas de muerte, cualquier indagación sobre tal hecho convierte al que la hace, por definición, en un fascista. Así que muy bien hecho, por tu parte, el no dar ninguna cifra, ningún hecho, ningún argumento, sólo insultos. Como debe ser.

Prosigo:

No obstante, más allá de la grosera y torpe manipulación de la que hace gala Júnior, nos interrogamos: ¿No es justo fusilar a un tirano? ¿Está mal haber fusilado a Benito Mussolini, por ejemplo? Al militante partisano que lo fusiló luego, la “gran democracia italiana” lo consagró como diputado. ¿Estuvo mal? ¿Estuvo mal el ajusticiamiento de Somoza? ¿Cuántos horrores se le hubieran evitado a esta humanidad si hubieran sido efectivos los intentos frustrados de ajusticiar a Adolfo Hitler? ¿No es justo fusilar a los torturadores, a los que violan prisioneras y prisioneros indefensos? Repito: ¿No es justo?

¿La democracia argentina no gozaría de mejor salud, por ejemplo, si en lugar de garantizar la impunidad de los militares vernáculos —sobre los cuales Júnior, defensor de “la libertad individual”, no emite palabra alguna— se hubiera fusilado al general Videla y al almirante Massera, quienes no mataron a 50, 100 o 179 personas... sino a 30.000? Independientemente de esta fantochada impresentable y a sueldo que Júnior nos entrega en bandeja, esa pregunta nos ronda la cabeza desde hace muchos años.

Júnior, como muchos de los hipócritas que defienden las invasiones norteamericanas de nuestros días y se hacen los tontos frente a las evidentes muestras de torturas sistemáticas llevadas a cabo por los “defensores de la libertad” en Abu Ghraib, se horroriza frente al fusilamiento que la Revolución Cubana hizo en el momento del triunfo de algunos pocos torturadores, violadores uniformados y represores institucionales... pero no le molesta en lo más mínimo los miles de niños palestinos o irakíes masacrados a diario e impunemente. Tampoco dice una palabra de los miles y miles de desaparecidos en Guatemala, Perú, Chile o Argentina. Para ellos, los escribas de la derecha, los muertos del pueblo siempre son datos intrascendentes. No cuentan para su curioso y selectivo “humanismo pacifista”. Los “derechos individuales” que Júnior y quienes le pagan dicen esgrimir se apoyan en un criterio demasiado unilateral y sesgado.

¡¡HI-PO-CRE-CÍA pura!!, digámoslo con todas las letras. HIPOCRESÍA. Exactamente la misma hipocresía de Woytila (y de su ideólogo de cabecera, hoy nombrado papa, Ratzinger) cuando predicaban la paz... para los guerrilleros salvadoreños y otros rebeldes similares de este continente mientras al mismo tiempo bendecían al general Videla y a otros genocidas latinoamericanos.


¡SÍ, SÍ, SÍ, SÍ! ¡Dios, que pasión revolucionaria! ¡Fusilemos a los tiranos y a quienes les apoyan, o a quienes pasaban por ahí! ¡Masacremos a esos fascistas hijos de puta! ¡Acaso no merecen morir? ¿Acaso los fusilamientos ordenados por un progresista, ¡un revolucionario! son iguales que los ordenados por un fascista genocida? ¿Acaso las torturas que se practicaron y se practican en el democrático régimen cubano pueden ser tratadas igual que las del malvado demonio yanqui en Irak? ¡NO! ¡Digámoslo con todas las letras! ¡LOS FUSILADOS POR LOS COMUNISTAS SE LO MERECÍAN! ¡La justicia sólo es justicia si es revolucionaria! ¡Algo habrían hecho! ¡Ratas fascistas y contrarrevolucioarias! ¿Acaso no merece morir quien se opone a los designios del pueblo en armas? ¡Viva la democracia popular! ¡Viva el Che Guevara y su pistola!

Mañana, la tercera y última entrega del fisking.

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