El negocio de la libertad

Mañana, como todo el mundo sabe, el Comité Olímpico Internacional decide en Singapur cuál será la sede de los JJ.OO. del año 2012. Madrid es candidata a acoger, durante quince días, la mayor fiesta y el mayor negocio deportivos del planeta. Y como le comentaba antes a mi amigo Ernesto, estoy dividido. Vivo sin vivir en mi y eso.

Por un lado, el atraco estatal puede ser de órdago. Gallardón ya ha endeudado a los madrileños para los próximos 30 años con las súperobras, megareformas y gigatúneles que ha proyectado y está construyendo el ayuntamiento y que han convertido a Madrid en una especie de carrera de obstáculos. Intentad ir de Majadahonda a Canillejas y quizá entendáis lo que digo. Es un infierno. Y puede ser peor aún si nos dan los JJ.OO. Y todo, pagado con nuestros impuestos, y por los de el resto de los españoles si se tercia.

Los JJ.OO. de Barcelona 92 fueron, en lo económico, una orgía de gasto público. Creo recordar que costaron más de un billón de pesetas de las de la época. Ese enorme gasto, unido al de la Expo de Sevilla, a la corrupción del gobierno de Felipe González y a la pésima política económica que se estaba siguiendo desembocaron en la crisis de los años 93-95, que llevó a casi cuatro millones de personas al paro. Los de 2012, si se celebran de nuevo en España, pueden ser parecidos en cuanto a salvaje gasto público. O peores.

Pero... adoro esta ciudad. Y me encantaría que aquí se celebrara la gran fiesta que suponen unos JJ.OO. No puedo evitarlo. Será irracional y todo eso, pero no puedo evitarlo.

De todos modos, se los van a dar a París, así que no pasa nada.