23.6.05

 

Los crímenes de la Guerra de España

Pío Moa. Razón Española.

[...]El crimen practicado con preferencia en España consistió en el asesinato de enemigos políticos en la retaguardia, una «limpia», como se la llamó, hecha con saña por uno y otro bando. El tema, especialmente siniestro, conserva en parte, aun hoy, el carácter polémico y confuso que le prestó la propaganda. Ese terror dio a los contendientes una poderosa argucia para descalificar al adversario como esencialmente criminal, y para aplicarle la misma represalia. Y volvió más tenaz la lucha, por la seguridad de que quien venciese ejecutaría una cumplida venganza. Prieto lo anunció tres días antes de la sublevación: «Será una batalla a muerte, porque cada uno de los bandos sabe que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel». Es evidente que se trató de una explosión del odio ideológico acumulado desde muy pronto en la República, y especialmente desde el año 1934, cuando se sublevaron el PSOE y los nacionalistas de izquierda catalanes, y más todavía en los meses siguientes a las elecciones del 36, como hemos visto.

En ese ambiente, no ya enrarecido, sino enloquecido, cada parte exageró sin tasa la barbarie del contrario. Al final de la guerra Franco creía que sus enemigos habían sacrificado a 400.000 personas. La investigación oficial de posguerra, la «causa general» bajó el número a 86.000, para decepción de quienes deseaban mayor excusa a su ansia vengativa. Y aun había de bajar bastante, pues muchos nombres aparecían repetidos en varios registros. Pero en cuanto a exagerar, los republicanos superaron a sus contrarios. Todavía en un libro publicado en 1977, Vidarte considera «quizá» exagerada la cifra difundida por el novelista R. Sender, de 750.000 ejecuciones de izquierdistas hasta mediados del 38, y atribuye unas 150.000 a Queipo de Llano en su zona de Andalucía sólo hasta principios de dicho año, o suma 7.000 en Vitoria (ciudad de 43.000 habitantes). Si fuera cierto, los nacionales habrían matado a no menos de un millón de izquierdistas, incluyendo 200.000 en la posguerra, cuentas que darían visos de realidad a la propaganda del Frente Popular, según la cual Franco planeaba exterminar literalmente a los trabajadores. En 1965 Jackson no dudaba en cargar 400.000 muertes a la represión franquista, aunque posteriormente las redujo a la mitad. Tamames hablaba, en 1977, de 208.000. Preston, en su biografía de Franco, de 1993, repetía el bulo de las 200.000 ejecuciones sólo en la inmediata posguerra. Estas desmesuras, típica arma de propaganda bélica, pierden toda justificación en la paz, salvo que se pretenda alimentar un espíritu de guerra civil.[...]

El largo artículo, aquí.

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