17.5.05

 

Días de dolor y de rabia

[...]Han pasado los años. Daniel ha crecido entre el amor de su madre y la ausencia de un padre del que lo va sabiendo casi todo porque Gloria le duerme cada día contándole como era Carlos, como le quería Carlos, como ella amaba a Carlos... y como Carlos dio su vida, como otros muchos, para que él pudiera algún día vivir en un País Vasco libre y en paz, sin la amenaza del terrorismo, sin entregar ni un milímetro de terreno a los violentos, sin ceder a su chantaje, sin agachar la cabeza, sin perder la dignidad... Pero hoy Gloria está preocupada. Muy preocupada. “¿Habrá servido de algo la muerte de Carlos?”[...]

Federico Quevedo, again. El artículo completo, en La trinchera.

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