24.8.04

 

Fútbol es fútbol

Tengo un poco olvidada la bitácora en estas fechas. Entre el trabajo, la caló y los JJ.OO. de Atenas, que acaparan casi todo mi tiempo de ocio, la verdad es que apenas tengo tiempo para informarme y menos aún para escribir. Pero bueno, ya que estoy aquí, escribiré algo ligerito, y de paso, sigo el consejo de una amiga, que me pone a parir siempre que puede, y que, la última vez que nos vimos, me reprochó escribir siempre de lo mismo, o sea, de política y políticos.

Así que dejaré de lado las succiones de Zetapé a gabachos y marroquíes, las mentiras constantes que se escuchan sobre Irak, las mentiras de Chávez, el fraude en Venezuela, avalado por el peor presidente que hayan tenido los EE.UU., las enseñanzas de Revel en el libro que me estoy leyendo, Diario de fin de siglo (que es uno de los menos buenos de los suyos), y todo lo demás para hablar de una de mis pasiones. El fúmbol, o sea.

No recuerdo exáctamente cuándo comenzó a gustarme el fútbol. Tengo una foto en la que aparezco con dos añitos, levantando palmo y medio del suelo, y vestido de futbolista. Le pegaba al balón con cierto estilo, según se desprende de la fotografía. Más tarde, cuando era adolescente, el fútbol empezó a llenar las tardes de domingo, y desde entonces hasta hoy, más de una década después, he sido uno de tantos españolitos que se compran el Marca por lo menos una vez por semana. El fútbol me ha dado tardes de euforia y entretenimiento, y largas charlas entre amigos, discutiendo quién es mejor que quién en tal o cual puesto, o qué combinación de atacantes es mejor, amén de otras discusiones de semejante calado y profundidad, valga la redundancia.

Parece mentira como un deporte que mueve tantísimos millones de euros al año, profesionalizado hasta el extremo, en el que los valores se han diluído hasta alcanzar proporciones homeopáticas y en el que la representatividad territorial hace tiempo que dejó de existir (ya me dirán en que representa Ronaldinho a Barcelona, o Zidane a Madrid) levante tantas pasiones, hasta el extremo de sacar a la calle a centenares de miles de personas cada vez que se gana un título, y provocar que el diario más leído, y con gran diferencia sobre el segundo, sea un periódico deportivo.

El fútbol está carcomido desde dentro por su propia futilidad, que está agravada, a su vez, por las tonterías que los comentaristas (sobre todo Míchel) dicen cada vez que retransmiten un partido. La mayoría de lo que rodea el fútbol es, sencillamente, asqueroso. Desde la extema importancia que se le da en los telediarios, con declaraciones de futbolistas y entrenadores repetitivas y sobadísimas que son tan huecas como innecesarias, hasta la violencia descerebrada de algunos, muchos, que se toman el fútbol como una cuestión personal, o, peor aún, nacional. También es bastante lamentable comprobar como, aquellos que les reprochan a los empresarios que ganen dinero pierden el culo con futbolistas que ganan mucho más por darle al balón. Ahí, la malvada lógica del "neoliberalismo salvaje" importa más bien poco. Cosas veredes.
El caso es que, desde hace ya mucho, el fútbol es un inmenso negocio mucho más que un deporte, es una maraña de mentiras y tergiversaciones en la que a veces parece que importe más vender camisetas que ganar títulos, un descomunal contenedor de chorradas que deja de lado muchas veces lo más importante, que no es otra cosa que el juego, lo que pasa sobre el campo. Nunca me han hecho gracia esas tontadas de los progres antifutboleros que dicen no entender por qué once tíos en calzones corriendo tras una pelota levantan tantas pasiones, cuando once tíos en pelotas corriendo tras un calzón sería mucho más interesante, pero sí que hay que reconocer que la importancia desmesurada que se le da al deporte en nuestra sociedad puede hastiar a más de uno.
Y sin embargo, a mi no me cansa en absoluto. Me gusta leer quién se va de tal equipo a tal otro, quién marcó tal gol en cual partido, y, desde luego, me gusta ver por televisión, o en el campo si mi maltrecha economía me lo permite, los partidos de mi equipo. Y también de otros equipos. Es una afición que me proporciona alegrías y tristezas, decepciones y euforias y también grandes momentos con los amiguetes, como dice el anuncio de las cervezas. Supongo que, como decía aquel filósofo, el fútbol es la escuela de la vida.

Comments:
El eterno dilema.... la locura de los sueldos en los futbolistas... pues bien yo siempre digo lo mismo el que encuentre que cobran demasiado, que pruebe en el patio de casa de hacer lo que hace ronaldinho o Zidane, si lo consigue sin romperse la crisma, después que lo intente ante dos tios que intenten partirle las piernas y si aún así lo logra que le añada 100.000 almas cagandose en sus muelas cual posesos... si lo consigue, que no sufra que ganará lo mismo... es tan simple como porque el oro(o el petroleo) es tan caro, porque no hay....

En cuanto a la lectura, yo también soy de esos y no una vez por semana no, soy de los locos que cada dia se compran un periodico deportivo y me lo leo de cabo a rabo(después me creo lo que me parece, pero me distrae) y hace ya algún tiempo que dejé de comprar periodicos "politicos" (excepto en vacaciones para matar el tiempo y hacer el crucigrama) porque dicen las mismas mentiras, son aún mas partidistas y no distraen tanto, las noticias las veo en un canal de televión de estos de 24 horas, me mantengo informado ahí, y si quiero leer, leo periodicos deportivos y libros.
 
Sólo felicitaciones, querido Diego. Porque por una vez has tenido en cuenta mis recomendaciones, porque estoy de acuerdo con lo que dices (excepto por eso de las "tontadas de progres antifutboleros". ¿He de sentirme despectivamente progre por ser antifutbolera? Bueno, no me lo tengas en cuenta, algo tenia que criticar...), y porque te ha quedado muy nostálgico. Agradable lectura veraniega.

Por cierto rochem, no me convence tu argumento para justificar los sueldos. Si el futbol no moviera lo que mueve, daría igual que yo fuera capaz de realizar todas esas piruetas. Me quedaría realizándolas en el patio de mi casa, a no ser, claro, que el dinero que no emplearan para mi contrato sirviera para promocionar nuevos talentos de la literatura juvenil. (jeje)

Saludos cordiales.
 
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