7.7.04

 

Vive la resistance

Un amigo me envía por correo un artículo de Santiago Alba publicado en el Gara y recogido luego en rebelión.org. El artículo, del 30 de junio, refleja con precisión quirúrgica la opinión que cierta intelectualidad hispánica y parte de los votantes de determinados partidos comparten acerca de los terroristas que desan Irak con secuestros, coches bomba, y ataques indiscriminados contra la población civil. Pero vayamos al artículo, que no tiene desperdicio.

Un país invade otro sin más motivo que el que lleva a un perro grande a apoderarse de un hueso, destruye sus ciudades y mata a su pueblo, escoge a un grupo de colaboracionistas para que redacten una constitución, forma un gobierno nativo dirigido por un virrey extranjero, promueve y airea la guerra civil para justificar su hazaña, invoca la liberación de los ciudadanos, el fin de la tiranía, la derrota del obscurantismo y el establecimiento de valores ilustrados y tortura u hostiga cruelmente a la mayoría resistente, a la que tilda de "fanática" o "terrorista". Esto es lo que está haciendo EEUU en Iraq, pero esto asimismo -para que lo entendamos bien- es lo que hizo Napoléon en 1808 cuando conquistó Madrid. Los hijos de Aznar, de Trillo, de Moratinos, de Zapatero, han estudiado en sus escuelas el levantamiento popular contra el francés y la invención de las "guerrillas" como la página más gloriosa de la historia de eso que llaman España.[...]


Personalmente, no he estudiado la guerra contra Napoleón como algo "glorioso" para España, ni en el instituto, donde me enseñaron que el "vivan las caenas" fue algo bastante patético, ni, desde luego, en la facultad. Pero dejando aparte eso, la frase con la que se abre el texto, lo del perro grande y el hueso olvida bastantes acontecimientos, como son, por poner algunos ejemplos, el gaseo de los kurdos en el Norte de Irak, el incumplimiento reiterado de las resoluciones de la ONU por parte de Sadam, la expulsión de los inspectores de la ONU durante años, la ruptura del armisticio del 91 por parte de Sadam, el apoyo de Irak al terrorismo palestino, las armas de destrucción masiva (lean a Franco Alemán si quieren saber cuanto gas mostaza encontraron los militares polacos en Irak), etcétera. Santiago Alba olvida todo esto porque en su cosmovisión, como en la de tantos otros, EE.UU. tiene necesariamente que hacer el papel de malvado. Lo de la "mayoría resistente" parece de broma. Este caballero, por llamarle de alguna manera, no se ha enterado, aún, de que en Faluya llegó a haber manifestaciones contra el terrorismo islamista, y también, que la mayoría de la población se opone a que la masacren de forma impune. No se a quién toma por tontos, a los iraquíes o a nosotros.

Hace apenas tres semanas, los quince miembros del Consejo de Seguridad de la ONU aprobaron por unanimidad la resolución 1546, en un acto vergonzoso -sin precedentes en la edad moderna- de claudicación ante la fuerza de las armas. Con ello se establece el paradójico principio jurídico de que invadir un país es ilegal, pero no así haberlo invadido. Si no se puede forzar al más fuerte a respetar la ley, entonces la ley debe reconocer el derecho de la fuerza e incluso recompensarla con tropas y dinero. Intereses espurios bajo cuerda o amenazas apenas veladas (¿qué habrá llevado a la Siria sancionada a votar la propuesta de EEUU?) han acabado por convertir sin ambages a las Naciones Unidas en un porta-aviones estadounidense, y eso precisamente cuando más dificultades encontraba el ejército de Bush para gestionar política y militarmente la ocupación. Pero esta paradoja (la de que haber invadido una nación soberana sea conforme al mismo Derecho que había tratado de impedir la invasión) es la bomba lógica que decreta el final de un orden jurídico internacional, siempre débil, siempre impotente, siempre amilanado, pero en cuya "forma" seguían creyendo la mayor parte de los ciudadanos del mundo. Hoy ese se ha acabado. Chirac y Zapatero manifestaron sus reservas, declararon que la resolución no era la "ideal", pero anunciaron al mismo tiempo que había que votarla para proteger la "unidad internacional". ¿Unidad internacional contra la ley y contra la moral? ¿Unidad internacional a favor del violador, del criminal, del verdugo? Las "reservas" son pequeñas frente a esta majestuosa armonía superior: hay que hacer concesiones a las bombas de racimo, a la muerte de civiles, a la tortura, al saqueo de un país, al uranio empobrecido, a los guantánamos, a las mentiras -y aceptar las consecuencias terribles e imprevisibles que estas concesiones tendrán para todo el mundo- con tal de proteger la "unidad" de la ONU, cuya misión es precisamente la de evitar todas estas cosas. Chirac y Zapatero han privilegiado la "unidad" sobre la ley -y sobre las víctimas iraquíes- y de esa manera han contribuido a desautorizar para siempre la "unidad" internacional cristalizada en las Naciones Unidas y a convertirla -con lo que esto significa para el conjunto de la humanidad- en un objetivo legítimo de la resistencia iraquí. Las recientes cumbres de la UE y de la OTAN demuestran que "unidad" es el eufemismo que los europeos utilizan para designar toda una serie de conceptos que riman con "indecencia": dependencia, obediencia, impotencia.


Es decir, que la ONU vale siempre y cuando se oponga a los EE.UU. Si no, la ONU no tiene razón de ser. Esta ONU fue la misma que legitimó la invasión del 91, a la que Santiago Alba, sin duda, se opuso, no así nuestros socialistas, que por aquel entonces eran menos pancarteros que lo que legarían a ser después. Claro, estaban en el gobierno. Esta ONU, coincido en algo con este tipo, es una farsa, porque una ONU en donde la vigilancia de los derechos humanos corresponde a Libia, China o Sudán, no puede ser otra cosa más que una broma. Santiago Alba se opone a que los franceses, que como todos sabemos tenían importantísimos intereses en el Irak sadamita (ver en Barcepundit o en Nihil Obstat la vergonzosa y desmesurada corrupción del programa Petróleo por Alimentos) prefieran ahora estar mejor avenidos con los americanos, como si su postura antiguerra de hace un año hubiera estado motivada por otra cosa que no fuera el mantenimiento del estatus francés en Irak. O el ruso. A España ni le iba ni le venía nada en oponerse al derrocamiento de Sadam, al que nuestro amiguete Alba no le dedica, en todo el artículo, una crítica, por pequeñita que sea. Termina asegurando nuestro filósofo garense, que rima con forense, que la resolución de la ONU convierte a la ONU en objetivo de la "resistencia", es decir, que culpa, de antemano, a las víctimas, como si la sede de la ONU no hubiera sido atacada hace ya un año por los "resistentes". Resistentes que, por si Santiago Alba no se había enterado, masacran fundamentalmente a la población civil. Sí, ese "pueblo" a quien este tipo dice defender y en nombre del cual parece hablar. Ese pueblo que sólo ha recibido opresión e injusticia, como lo demuestra esta lista. En fin. Sigamos.

Ayer, 28 de junio, se produjo en Iraq eso que los políticos y medios de comunicación llaman pomposamente "transferencia de poder", como antes llamaron a un reparto de botín "conferencia de donantes". Ayer Paul Bremer, hasta ahora proconsul de EEUU en Bagdad, traspasó el poder... a John Negroponte, ex-embajador estadounidense en la ONU que él dinamitó, fiera fría responsable de la creación de escuadrones de la muerte en la Honduras de los ochenta y fiel ejecutor de la política "anti-insurgente" de Reagan en América Central. Sus decisiones las anunciará y pondrá en obra a partir de hoy Iyad Alawi, primer ministro de Iraq por la gracia de Bush, agente de la CIA y responsable de atentados terroristas contra el régimen de Sadam Hussein.


Espera un segundo. Si los atentados terroristas masacran decenas, cientos de civiles, es "la resistencia". Si son contra un régimen tiránico y genocida... son atentados terroristas a secas. Toma ya. Eso es coherencia. Claro que, qué carajo se puede esperar de un tío que escribe en el periódico de ETA. Pero en fin. Dejemos los argumentos ad hominem a un lado y sigamos con el artículo. Ahora lega la mejor parte. Las negritas son mías.

Ayer terminó y volvió a empezar la ocupación; hoy sigue la ocupación y, frente a ella, sigue la resistencia. Los moderados, los "conservadores" de verdad, los civilizados de todos los partidos y todas las iglesias, debemos apoyarla sin dejarnos engañar; debemos apoyarla porque la justicia está de su lado, debemos apoyarla porque la resistencia representa el espíritu de las Naciones Unidas ahora fenecidas, debemos apoyarla porque sin su concurso EEUU habría llegado aún más lejos -Irán, Siria, Cuba, Venezuela- y todos un poco más abajo. Debemos apoyarla porque, incluso si la UE, la OTAN, los medios de comunicación y algunos millones de extremistas pasivos se empeñan en presentar o mirar las cosas del revés, la resistencia tiene razón. Y si tan sólo resistiese un único iraquí, si todos los demás hubiesen sido vencidos o engañados, si el miedo o la indignidad hubiesen hecho mella en todos los demás, ese único iraquí tendría razón; ese único iraquí resistente constituiría la "mayoría de uno" (frente a la "minoría de todos") a la que Thoreau se refería al hablar de la lucha contra la esclavitud.[...]


Santo Cielo. O sea que la "resistencia", como el y todos los media la llaman, o los terroristas que provocan, día sí, día también, matanzas indiscriminadas de civiles, como decimos otros, ¡representa a la ONU y sus valores! Unos tíos que han asesinado a miles de civiles de forma absolutamente indiscriminada, buscando causar el mayor daño posible, sin pretender otra cosa que provocar el caos y la destrución, esos tíos ¡representan los valores de la ONU! Pues sí que está bien la ONU, Santiago, para que sus valores los repreenten unos asesinos sin escrúpulos. No voy a seguir porque entraría, de nuevo, en argumentos ad hominem y no me apetece. Bastantes tacos digo a diario como para escribirlos aquí también. Pero he de decir que la infamia de este artículo sólo podría ser publicada en el sucesor natural de un periódico que, cuando liberaron a Ortega Lara, titúlo "Ortega vuelve a la cárcel". La infamia, la tergiversación, y la apología del terrorismo son las mismas.

Y es que el mismo concepto de "resistencia" repugna al sentido común. ¿Les gustaría, a los apologetas de la "resistance iraquí", vivir bajo un gobierno de los terroristas islámicos como los franceses vivieron bajo el gobierno de De Gaulle? Si tan loable es la puta resistencia, que se unan a ella. Pero que no ensalcen como héroes a los asesinos. Que ya huele la cosa.

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